Cuenta la historia que muchos, muchos años atrás, en la época de
castillos y caballeros, cuando la primavera comenzaba a asomarse, la
princesa Oralis hija del rey Ian de Carvun y la reina Klarion, caminaba
por los jardines del palacio cuando se encontró con Philip, el hijo menor
del jardinero. Inmediatamente simpatizaron y comenzaron una linda amistad. Los
paseos de la princesa al jardín y al bosque y sus encuentros con Philip se
hicieron cada vez más frecuentes, hasta que se dieron cuenta de que se habían enamorado
perdidamente.
El joven Philip tomó coraje y a
pesar de los consejos de sus padres que le decían que debía alejarse de la
princesa, fue a hablar con el rey Ian para pedirle la mano de Oralis. El
rey enfureció ya que no entendía como un joven tan humilde había tenido la
insolencia de pedir la mano de su hija en matrimonio. Ordenó a sus guardias que
encarcelaran al muchacho en la torre del castillo hasta que su hija se olvidara
de él y se casara con un príncipe digno de su estirpe.
Llena
de tristeza, la princesa Oralis, lejos de olvidarse de Philip, siguió
visitando los jardines del palacio y el bosque a diario.
Una
mañana, en una vasija que pudo sacar de la cocina, colocó tierra del bosque
donde habían pasado junto a su enamorado, los más dulces y hermosos momentos
que ella pudiera recordar. Plantó un gajo de una planta silvestre que a los dos
les gustaba y cerrando los ojos, pidió un deseo a los dioses: que la unieran
nuevamente a su amado.
Esa
noche cuando todos dormían, subió a la torre y con lágrimas en los ojos, le
pidió al guardia que le diera esa planta
a Philip, cuando él despertara en la mañana. El guardia, conmovido por el
sincero y profundo amor que reflejaba el rostro de Oralis, accedió a entregar
la planta.
Cuando
Philip recibió el regalo, supo que era de Oralis y ayudado por el guardia, cuidó
de la planta y la puso en el borde de un ventanuco, para que recibiera sol.
Dicen que la planta, alimentada por el
espíritu de amor de los jóvenes, extendió sus hojas y largó fuertes guías
hasta casi tocar la tierra, como intentando unir esos corazones. Una
madrugada, ayudado por el guardia, Philip escapó de su encierro,
colgándose de las guías de la planta, que parecía haberse vuelto más fuerte
para ayudar a unirse a los jóvenes.
Esperó
a Oralis cerca del lago donde solían encontrarse y juntos huyeron a un lugar lejano y fueron inmensamente
felices.
El
guardia conservó la planta de Philip y Oralis a la que llamó lazo
de amor, y dice la leyenda que desde ese entonces, cuando haya un
corazón herido por amor, éste se sanará plantando y cuidando
un gajo de lazo de amor.
Escritoras:
Angelina Ciccolella
Ariadna Dotti
Me encantó😍♥️
ResponderEliminarQue bonito, no se si pasaría en verdad, pero me gusta pensar que si 🥰
ResponderEliminarHermosa historia de amor!!!
ResponderEliminarHermoso ❤️
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