Hace muchos años, en el territorio que
abarca actualmente la provincia de Misiones, vivía una indígena llamada Iguazú quien
todos los días iba hasta una vertiente de agua. Le encantaba ir a ese
lugar, especialmente porque le agradaba refrescarse ya que estaba en medio de la selva misionera y
hacía mucho calor. En la tribu, había un
indígena llamado Agui que colaboraba en
su tribu, recolectando agua en vasijas hechas de barro, para que los días de lluvia pudieran refugiarse en sus chozas, tomar el agua y
comer los peces que pescaban en la
vertiente. Agui e Iguazú estaban muy
enamorados.
Un día,
Iguazú estaba cerca de Agui, ayudándolo a trabajar. De pronto la
joven se acercó a un lugar que estaba en la cima de la
vertiente pues quería recolectar más
agua, pero no se dio cuenta de que era muy peligroso. Se cayó a las aguas y se
ahogó sin poder pedir ayuda.
Agui, que estaba cerca, se preguntaba
dónde estaba su enamorada. Cuando se dio cuenta de que había muerto, volvió a
su tribu, lamentando la pérdida.
Decidieron llamar a aquel lugar las Cataratas del Iguazú, en honor a la
indígena.
Escritora:
LUCILA
CALVO COLTRO
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