Cuentan que hace mucho tiempo los colores empezaron a pelearse. Cada uno
proclamaba que él era el más importante, el más útil, el favorito.
El rojo dijo: "Yo soy el color de la sangre, de las rosas rojas,
sin mí no habría personas en este mundo, no habría pasión ni amor, los días de
"San Valentín" no serían iguales sin mí..."
El naranja interrumpió:
"Yo soy el color de las frutas del verano, traigo alegría, libero
emociones positivas, transmito energía, atracción y creatividad..."
El amarillo soltó una risita:
"¡Ustedes son colores tan serios! Yo aporto felicidad, brillo, alegría,
Sol, fortaleza, poder..."
El verde no soportó más e
interrumpió: "Yo traigo días de primavera, soy el color de la naturaleza,
transmito paz. Me buscan cuando están deprimidos o acaban de vivir un trauma
para tranquilizarse. Traigo frescura..."
El turquesa saltó de repente
diciendo: "Yo transmito poder, seriedad, frescor, salud, limpieza. Algunos
animales no podrían vivir sin mí."
El azul enrojeció con toda su
fuerza: "¡Yo soy un color fresco, y los animales tampoco pueden vivir sin
mí! Soy un color tranquilizante, represento la noche."
El violeta habló más tranquilo:
"Soy el color del poder, reyes, jefes de Estados, Obispos me han escogido
siempre, porque soy el signo de la autoridad y de la sabiduría. La gente no me
cuestiona, me escucha y me obedece.”
Así fue como los colores
estuvieron discutiendo, cada uno convencido de que él era el mejor. Sus disputas
cada vez se hicieron más y más ruidosas.
De repente, apareció un
resplandor de luz blanca y brillante. Había relámpagos que retumbaban con
ruidos enormes. La lluvia empezó a caer a cántaros. Los colores empezaron a
acurrucarse con miedo, acercándose unos a otros buscando protección.
La lluvia habló: "Están
todos locos colores. Luchando contra ustedes mismos, intentando cada uno
dominar al resto. ¿No saben que Dios los ha hecho a todos? Cada uno para un objetivo especial, único,
diferente. Él los amó a todos. Junten sus manos y vengan conmigo... Dios quiere
extenderlos por todo el mundo en un gran arco de color, como recuerdo de todos,
de que pueden vivir juntos en paz, como promesa de que está con ustedes, como
señal de esperanza para el mañana."
Y así fue como Dios usó la lluvia para lavar el mundo, y puso el arcoíris
en el cielo para que cuando lo vieran se acuerden de que los tiene en cuenta a unos
y a otros.
Escritoras:
AGUSTINA
CARPINTIERI
ZOE
GÓMEZ
AYLÉN
MORAS
LOURDES
TRENKNER
No hay comentarios:
Publicar un comentario