Cuenta la leyenda que en un
tiempo remoto, cerca de la barranca, en
la selva misionera, había una aldea. Allí vivían Walki e Iguazú, los hijos del
cacique, junto a su tribu.
Cierto día, Walki fue a cazar yacarés al río, cuando de repente vio una
embarcación con numerosos brasileños. El
jefe llamado Herson, al ver al indio, ordenó capturarlo y asesinarlo ya que ellos venían a ocupar sus tierras.
En la choza del joven aborigen, al
advertir que Walki no regresaba, comenzaron a preocuparse. Al segundo día de
búsqueda, los indígenas encontraron sus pertenencias y muchas huellas humanas.
El camino de éstas los llevó a un campamento donde estaban los visitantes.
Bajo un toldo, se encontraba una joven
llamada Esmeralda, que al escuchar ruidos, salió del lugar para saber qué sucedía y vio a los indígenas. Iguazú, al
verla, quedó impresionado con su belleza, pero el cacique ordenó tomarla
prisionera y llevarla a la aldea. La investigaron y ella confesó el
destino que había tenido Walki.
El jefe de la tribu, al enterarse de lo que sucedió, mandó a ejecutarla.
A la noche, mientras todos dormían, Iguazú decidió hablar con Esmeralda
que hasta entonces no lo había hecho. Quedó atrapado con su ternura, inocencia
y calidez. Esmeralda también había quedado deslumbrado por él. El amor fue a
primera vista. Al día
siguiente de aquel encuentro, Iguazú le pidió a su padre “piedad” por la joven, pero él se negó ya que la tribu
jamás la aceptaría.
Los enamorados, ante la situación, huyeron. Los dioses muy enojados
decidieron separarlos para que no se volvieran a ver jamás.
De pronto, los jóvenes escucharon un
estruendo ensordecedor; se escondieron detrás de las rocas y observaron que la
tierra temblaba y se desmoronaba.
Los brasileños lograron salvar a Esmeralda pero dejaron que su enamorado
muriera. Por esta razón la joven juró que nunca los
volvería a perdonar y quedó llorando desconsoladamente.
Con
el tiempo, sus lágrimas eran más incesantes y caían de su rostro con mucha
fuerza. Éstas provocaron la formación de
las cataratas que llevaron el nombre de Iguazú.
Escritoras/es:
MARTÍNA FERNÁNDEZ
GASTÓN MARCONE
DELFINA PIERANI
CAMILO TABOADA
CATALINA ZADARA PONTE
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